Simone Krug para The Brooklyn Rail
Píxeles de gran tamaño parpadean en la pantalla, reorganizando las formas para parecerse a caras. Portrait Landscape (2017) de John Houck aplica un software de reconocimiento facial personalizado al clásico Blow-Up de 1966 de Michelangelo Antonioni, en el que un fotógrafo de moda examina las exposiciones granuladas en su hoja de contactos solo para darse cuenta de que, sin notarlo, ha registrado un asesinato. En una era anterior a Internet y la cámara digital, fue la fotografía impresa y tangible la que convirtió al protagonista de la película en un testigo involuntario. En el video de Houck, el trazo de una boca y los puntos de los ojos aparecen en todo tipo de lugares extraños: sábanas arrugadas, cabello cuidadosamente peinado, una pared de ladrillo texturizada, un césped. Al escanear la fisonomía humana, el software de Houck se equivoca a propósito.
El video, que es parte de Analog Currency en The Mistake Room de Los Ángeles, aplica tecnologías de vigilancia digital contemporánea, con sus sistemas omnipresentes y ocultos y su tendencia al error, en una película clásica con un efecto totalmente inquietante. Al colocar estos píxeles dentro de nuestras líneas de sitio, el artista alude a actores estatales como el ejército y la policía, así como a empresas basadas en datos como Facebook, y se centra en cuestiones de opacidad, control y burocracia.
En el ensayo de Hito Steyerl de 2013 “Too Much World: Is the Internet Dead”, la artista señala: “En los últimos años, muchas personas, básicamente todos, han notado que Internet también se siente incómodo. Obviamente, está completamente vigilado, monopolizado y desinfectado por el sentido común, los derechos de autor, el control y el conformismo”. Analog Currency defiende una crítica similar del giro digital, considerando las formas en que nos define y nos atormenta hoy. Sin embargo, al invocar lo analógico, es decir, la noción de lo físico o material, la muestra profundiza en estas cuestiones desde un punto de partida aún más matizado. Implicar lo analógico como una idea desafía tanto su obsolescencia como el reinado de lo digital en general.
La apasionante obra conceptual de Miguel Monroy Equivalente (2005) se desarrolla en 91 recibos bancarios enmarcados, cada uno de los cuales representa una transacción de cambio de moneda entre pesos mexicanos y dólares estadounidenses. Cambiando mil pesos a dólares y viceversa, los números cada vez más reducidos de estos recibos funcionan como evidencia material de un sistema de intercambio capitalista que finalmente lo agota. ¿A dónde va el dinero? Moneda a moneda, se desliza entre las grietas, convirtiéndose en cuotas olvidadas y tributos ocultos a gobiernos, burocracias y otros sistemas abstractos de dominación.
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