¿Qué son las cosas? ¿Por qué son como son? ¿Su forma es única y necesaria? Ese es el conjunto de preguntas que Versus pone sobre la mesa. Preguntas filosóficas, sin lugar a dudas. Será por ello que el trabajo de Miguel me conecta de inmediato con ciertos pensadores. Wittgenstein, por ejemplo, quien a sus treinta años publicó un pequeño libro que con el paso del tiempo lo haría célebre.
El Tractatus es una obra concluyente según la cual todo lo que nos rodea, ya sea la mesa, los árboles, los pensamientos o los átomos, contiene en sí, una estructura lógica. Así de simple, o así de complejo, como quiera vérsele. Después de su primera celebridad, cuando el Tractatus se convirtió en referencia obligada, vino para Wittgenstein el silencio, el filósofo se dedicó a la jardinería alejándose de la academia. Sin embargo, el silencio de su jardín le hizo una mala jugada y lo sembró de dudas que poco a poco fueron estallando el suelo donde se paraba obligándolo a desandar su camino. Así es como el “segundo Wittgenstein” enfrentó todo un nuevo cuerpo conceptual a los resultados del Tractatus. En las Investigaciones Filosóficas, el mundo ya no aparece moldeado por la forma necesaria de la lógica sino por la contingencia del juego. Hay arbitrariedad en la mesa, en el átomo, en el árbol y en el pensamiento, arbitrariedad que se descubre en el hecho de que la regularidad del mundo obedece a un conjunto de reglas de juego que como tales podrían haber sido distintas.
A mi parecer, Versus y en general el trabajo de Miguel, se mueven bajo los parámetros de acción del pensamiento wittgensteniano y bajo las contradicciones y dudas de las que el propio Wittgenstein fue presa. Primero en lo referente a las reglas que rigen el comportamiento de los objetos: las piezas que observamos evidencian que las cosas pueden funcionar de cierta forma, pero que de hecho podrían hacerlo de otra. Para ello, se analiza a fondo lo que parece que las hace ser como son, y después, esto se invierte. Pongamos el caso del reloj cuyas manecillas se hayan estáticas escuchando el ruido rítmico de una carátula que se mueve por detrás de ellas. Se altera aquí el mecanismo de funcionamiento, el reloj sigue siendo reloj, sigue dando la hora y sin embargo, lo hace exactamente al revés de cómo se acostumbra que lo haga. Entonces el “primer objeto”, aquel que nosotros conocíamos como tal, ha sido opuesto al “segundo objeto” y el resultado es que su funcionamiento sigue intacto, pero se desarrolla por medio de otras reglas.
A hora bien, este alterar o cuestionar las reglas del juego, se desarrolla por medio de un mecanismo estable: la contradicción lógica. Suponiendo, igual que lo hizo el primer Wigttenstein, que los objetos regulan su función y existencia en el mundo por una lógica que le es intrínseca, Miguel la recupera y la cuestiona a través de sí misma. Si al parecer una escalera sólo sirve para subir o bajar, si esa es su función en el mundo, su lógica trascendente, para poner esto en cuestión habrá que oponerle un objeto a la escalera que nos demuestre que su función no tiene por que ser siempre así, que una escalera también sirve para no ir a algún sitio, para quedarse estático sin dejar de moverse. Supongamos de nuevo que un objeto sólo sirve para ciertas cosas, supongamos que un altoparlante se regula por la necesidad de comunicar: una voz entra por un lado y por el otro sale ella misma pero magnificada, magnificación de las posibilidades comunicativas. Para ello sirve el megáfono. Pero ¿y si le retomamos y aprovechamos sus posibilidades comunicativas usándolas para exaltar su propia voz? Simple, como por arte de magia aparece la aporía lógica, la comunicación se trueca en ruido.
El principio de trabajo de Versus se descompone en dos partes: 1. una lógica que se enfrenta a sí misma resulta en un absurdo y 2. este absurdo es la demostración de que cualquier lógica de funcionamiento o existencia es como es, pero podría ser distinta, es decir, no es necesaria.
Al igual que el pensador austriaco, Miguel ha utilizado este principio aplicándolo a su propio trabajo y a su propia persona. Uno de los proyectos que desarrolla desde hará un par de años consiste en la formulación de un mecanismo que permita enfrentar su sistema de trabajo a los resultados que éste ha producido, se trata de encontrar una fórmula que permita demostrar el hecho de que para ser artista, Miguel ha hecho lo que ha hecho, pero que podría haber hecho cualquier otra cosa: preparar una buena comida o divertir a sus amigos con un acto de magia, por ejemplo.
Otra vuelta de tuerca, si lo que le hace ser artista es enfrentar un objeto con su propia lógica, ahora opone este hecho a sus reglas internas de juego. Desanda el camino y el aprendizaje del oficio de artista aprendiendo otro nuevo oficio. Y desandar es el verbo que se esconde tras Versus, es la acción de alguien que se toma el tiempo de mirar el mundo, cree entender cómo es que funciona, duda, decide ponerlo a prueba y se demuestra que todo lo hacemos y por ende lo que somos, tiene un alto grado de arbitrariedad y que por lo mismo podría ser distinto.
Emilio Allier
agosto 2005